CUENTO CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA 1978

Al amanecer, caminito adelante, por la calle, Paco correteaba alegremente.

Jugaba con cualquier cosa que llegaba a sus pies. De pronto se detuvo y miró como su

vecino, el librero, hacia limpieza en su librería. Rápidamente comenzó a curiosear a su

alrededor, deteniéndose en un cajón lleno de libros, y preguntó a su vecino, que se

encontraba muy atareado:

– ¡Señor Alfonso!. ¿Puedo echarle un vistazo a este cajón?.

– ¡Si, claro!. Además si, quieres, me puedes ayudar a limpiarles el polvo y cuando

termines, eliges uno y te lo llevas a casa -contestó el librero.

– ¡ Pues si, es una buena idea!. Replicó Paco.

Apresuradamente cogió una bayeta, que le ofreció el librero y comenzó a limpiar

todos los libros. Pero al cabo de un rato, Paco se sintió cansado y olvidó de limpiar uno de

ellos, que se encontraba en lo más profundo del cajón.

De pronto escuchó una voz:

– ¡Eh¡, ¿A mi no me limpias?

– ¿Quién me habla?

– !Soy yo!.

El niño miró a su alrededor, buscando ansiosamente de donde procedía la voz,

pero no vio a nadie.

– ¡Quien quiera que sea, que salga!.Vociferó Paco con voz temblorosa.

– ¡ No puedo salir si no me ayudas !

– Pero,¿dónde estás?

– ¡Mira, estoy en el fondo del cajón!.

El niño buscó curiosamente dentro del cajón y encontró un libro polvoriento, y

sorprendido preguntó:

– ¿Acaso… eres tú el que me hablas?

– -Si, soy yo. Sorprendido ¿no?

– Claro, si yo dijese a alguien que' un libro me habla crees, ¿tu que se lo creerían?

– -Pero, yo no soy un libro corno los demás.

– !Ah! ¿nooo?. Entonces… ¿quién eres?, porque yo solo veo un libro.

– Si, soy un libro, pero escrito con el esfuerzo de muchas personas.

– Bueno,; pero al fin y al cabo, eres solo un libro, con una bandera y un escudo muy

bonito en la portada. Pero todavía no sé, ¿por qué siendo un libro me puedes

hablar?.

– Yo siempre hablo al que me quiere escuchar.

– Pero, dime de una vez, ¿quién eres?.

– Soy la "CONSTITUCIÓN”.

– La ¿Constitución?, ¿Y eso qué es?.

– ¡ Anda siéntate! que te voy a contar mi historia. Hace algunos años, unas personas

se reunieron…

– ¿Y quiénes eran esas personas? - Interrumpió Paco.

– Esas personas, eran como los capitanes de equipo de tu clase.

– ¡Ah! sí. Venga, sigue contándola. -dijo Paco.

– ...Y estuvieron muchos días hablando, sobre lo que era mejor para todos. Cuando

decían algo que era bueno, y a todos les gustaban, votaban.

– ¿Votaban?. ¿Cómo votaban, como las pelotas dando saltos? - dijo el niño riéndose.

– ¡No, así no!. Votar quiere decir, que puedes elegir si algo te gusta o no. Igual que

cuando tu profesor pregunta: ¿a quién le gusta jugar al fútbol?. Y levantáis la

mano, pues es lo mismo. Y después de llegar a un acuerdo lo escribían. Así lo

fueron haciendo un día y otro. Cuando por fin, terminaron el 6 de diciembre de

1978, lo pasaron a los libros creándome así. - señalándose el libro.

– Y cuando terminaron, ¿qué pasó? -pregunto el niño.

– Pues lo mismo, que en tu clase tenéis que cumplir unas normas, para que podáis

estar mejor en ellas…

– Si, la de respetar el turno de hablar, no dar voces, respetar a los compañeros...

– Todas las personas, para poder vivir mejor, deben cumplir las normas que tengo

escritas entre mis páginas - continuó hablando el libro.

Paco, a medida que el lizo seguía explicando su historia, se sentía más atraído por

lo que decía, y no cesaba de preguntar:

– Además de que las personas cumplan las normas, ¿tu puedes ayudarlas, cuando

tengan problemas?.

– ¡Claro también. Solo tienen que buscar entre mis páginas lo que necesiten.

– ¿Nada más?.

– ¡Bueno, así de fácil, tampoco es!. Al igual que tu ,cuando tienes un problema y

buscas a alguien para que te ayude, también existen personas que su trabajo

consiste en ayudar a las personas que lo necesitan.

El niño, por un momento se quedó pensativo, y luego respondió:

– ¡Sabes lo que te digo Constitución, que te elijo para llevarte a mi casa!.

– ¡ Me parece estupendo!. Verás cuando me conozcas mejor como seremos grandes

amigos - respondió el libro.

 Paco se despidió del librero, que seguía muy atareado en la limpieza de su librería,

y dirigiéndose al libro le dijo:

– ¡Vámonos!, le diré a mi papá que hable contigo, como yo he hablado, porque

como hoy es fiesta, no trabaja. ¡Claro si es 6 de diciembre!.

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